19 de fevereiro de 2010


Editorial II

Educación: la pobreza es el problema

Por la crisis económica mundial, corre peligro el objetivo de alcanzar en 2015 la educación primaria para todos los niños


Otra consecuencia no deseada de la recesión mundial es que en varios países del mundo está amenazando los avances en la escolarización. Este es el panorama que se desprende del Informe Mundial sobre la Educación para Todos, presentado por la Unesco en París, una de cuyas conclusiones es: "Nacer pobre es uno de los más poderosos factores de marginación en la educación". A pesar de las esperanzas puestas por los 160 países signatarios del acuerdo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para alcanzar la educación primaria de todos los niños en 2015, la crisis económica internacional ha puesto en peligro la concreción de esta meta.
En el mundo, hay todavía 72 millones de niños sin escolarizar, y el aumento de la pobreza y los constantes recortes presupuestarios son los que no sólo podrían demorar, sino poner en peligro los logros ya obtenidos durante la última década. Como también lo señala el informe, a la desigualdad entre los países se agregan las disparidades dentro de cada país, que suelen ser aún mayores; por ejemplo, la brecha entre los géneros no ha podido ser salvada, ya que el 54 por ciento de los niños sin educar son niñas en al menos 28 países.
Dentro de este tema tan vasto como es la falta de educación por influencia de la pobreza y la marginación, América latina y el Caribe aparecen sin embargo como la región que se sitúa "a la cabeza de las regiones del mundo en desarrollo en lo que respecta a los progresos realizados hacia la Educación para Todos". Paradójicamente, es también la que asigna menos presupuesto a la educación con respecto a otras regiones en desarrollo: sólo un 14, 3 por ciento promedio, frente al 20,5% de los países árabes y el 17,5% de Africa subsahariana. Hay ciertas circunstancias que se repiten en todos los países en desarrollo, aunque algunos logren avanzar más que otros que o se estancaron o simplemente retrocedieron.
Lo cierto es que, además de la ayuda solicitada a los países desarrollados o a las organizaciones internacionales como el G-20, debería hacerse correlativamente un pedido de transparencia a los respectivos gobiernos de los países en desarrollo, con respecto a que sus políticas de Estado apunten verdaderamente a que la educación y la inclusión social sean una realidad concreta que pueda superar por fin la pobreza y la marginación.

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