20 de junho de 2010

Saramago

El militante de la cultura

Santiago Kovadloff
Para LA NACION

Tres son los hechos fundamentales que inscribieron a Portugal en el siglo XX. El primero de ellos fue la Revolución de los Claveles, que puso final a la dictadura de Oliveira Salazar y Marcelo Caetano. El segundo fue la inscripción de Portugal en la Unión Europea. El tercero, el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a José Saramago.

Los tres fueron factores decisivos en la reconfiguración de Portugal como una nación moderna. Detengámonos hoy en el perfil de José Saramago.

Audio: Kovadloff: «Como escitor, hizo un aporte fundamental»

Su papel fue decisivo en el reconocimiento mundial de la literatura portuguesa, una literatura que desde José María Eça de Queiroz a Fernando Pessoa y de él a Antonio Lobo Antunes y Saramago supo mostrar de qué modo en ese pequeño país confluían los más grandes dilemas del hombre de nuestro tiempo.

Conocí a José Saramago en los años 80 del siglo pasado. Invitado a exponer en la Feria del Libro, me tocó acompañarlo durante su estadía en Buenos Aires. Descubrí en él a un hombre apasionado por la historia y a un militante político de la cultura antes que de un partido.

Política y literatura fueron para él dos realidades interdependientes. Siempre consideró que Portugal estaba lejos todavía del proceso de autorreconocimiento indispensable para que sus políticas de Estado impulsaran simultáneamente su inscripción en Europa y el proceso de equidad social que infundiera a su sociedad el desarrollo cívico necesario.

Creo que cometió grandes errores ideológicos, como por ejemplo confundir sus discrepancias con algunas de las políticas del Estado de Israel y con la necesidad de liquidar al Estado propiamente dicho.

Su obra fue fecunda en la caracterización metafórica de todos los problemas que le importaron. Ejemplo de ello son El año de la muerte de Ricardo Reis, La balsa de piedra o El Evangelio según Jesucristo. Otras de sus obras, especialmente las últimas, me parecen esquemáticas, en las que la rigidez de la tesis congela la vitalidad de la exposición. Fue un hombre de trato ameno, que amaba nuestra lengua ?que fue la de su esposa? tanto como el portugués.

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