12 de agosto de 2010

Uno de cada cuatro jóvenes latinoamericanos ni estudia ni trabaja


Por: Verónica Calderón, Madrid / El País de España
Desolador panorama en informe de la Cepal y la Organización Iberoamericana de la Juventud.

El rostro de América Latina es joven. El 19,5% de su población tiene entre 15 y 24 años, un índice solamente superado por África (un 20,3%) y es la única región del mundo cuya juventud experimenta un crecimiento sostenido. Pero su panorama no es alentador. En Iberoamérica (América Latina, España y Portugal) hay cerca de 150 millones de jóvenes, de los que el 45% --unos 68 millones-- están en paro, según un estudio de la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ). Unos 105 millones están en América Latina. “Los jóvenes son invisibles para la sociedad”, asegura el chileno Eugenio Ravinet, presidente de la OIJ. “Salvo contadas excepciones, no existen políticas sociales dirigidas específicamente a ellos”.

Una prueba de que no existen políticas concretas es de que no hay un criterio claro para definir quién es joven. Para la OIJ, son las personas de entre 18 y 29 años. Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la ONU, la franja está sobre los 15 y los 24. El 90% de los jóvenes del mundo viven en países en vías de desarrollo, indica un informe de la OIT. “El joven está desprotegido de las políticas sociales. El primer sospechoso de un crimen suele ser el joven. El jefe que va a contratar desconfía antes de un joven. La tasa de desempleo entre los jóvenes es el doble o, en algunos casos, el triple del promedio nacional y ningún país ha emprendido una reforma laboral que tome cartas en el asunto”, describe Ravinet.

Un estudio elaborado en 2007 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la OIJ detalla las tasas de paro en cada país latinoamericano, pero matiza que las estadísticas varían de acuerdo con el año en que se recabaron (un margen de hasta cinco años) y que las cifras son engañosas. La región tiene uno de los índices más altos de subempleo o empleo informal entre los jóvenes. Las economías latinoamericanas, sin la protección social de los países europeos, dejan a sus jóvenes “sin la oportunidad de salir de su situación”, subraya Ravinet. La OIT detalla que, en México, Colombia, Ecuador, Panamá y Perú, el 82,4% de los adolescentes (entre 15 y 19 años) tenía un empleo informal, una cifra significativamente más alta que el 50,3% de los adultos (entre 30 y 64 años) en la misma situación laboral. “Los jóvenes son el sector más vulnerable a los trabajos irregulares, con el sueldo más castigado”, comenta Ravinet. Y la falta de oportunidades es directamente proporcional a la pobreza. El desempleo entre la población joven pobre es un 19% mayor que en las clases media y alta. Las mujeres lo tienen todavía más difícil. El paro entre la población femenil es, en algunos casos, hasta un 10% superior que el de los hombres. América Latina, además, es la única región del mundo donde la tasa de fecundidad entre las adolescentes ha continuado aumentando durante los últimos 30 años. Un 7,3% de los embarazos en la región se producen en jóvenes de entre 15 y 19 años. En Europa es el 2,8% y en todo el mundo, el 4,8%. “El machismo en la región afecta particularmente a las mujeres”, comenta Ravinet.

Otro dato alarmante es la cantidad de jóvenes latinoamericanos que no estudian ni trabajan: uno de cada cuatro, según el informe de la OIJ y la CEPAL. “Las consecuencias de una juventud sin oportunidades son muy graves”, asevera Ravinet. El estudio difundido por la OIT coincide. “La incapacidad para encontrar empleo crea una sensación de impotencia e inacción entre los jóvenes que puede conducir a un aumento de la delincuencia, de los problemas de salud mental, de la violencia, los conflictos y el consumo de drogas”, advierte el informe. El mayor problema, asegura Ravinet, es el escepticismo ante la juventud. “Se cree que a los jóvenes no les interesa su futuro, que son apáticos, que no desean involucrarse en las decisiones y es mentira. El deseo de un joven es muy simple: tener un empleo y que su Gobierno no lo abandone. Urgen programas que fomenten la capacitación, el contacto con las nuevas tecnologías. Para atender a la juventud no basta con organizar un partido de fútbol o un concierto de rock”.

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