30 de janeiro de 2012

Justicia social, justicia ambiental y educación - Un diálogo con Moacir Gadotti sobre el Foro Social de Porto Alegre



Hoy, los debates y las controversias acerca de su formato y sus dinámicas de organización se multiplican. Nacido en el envión de la crítica a los regímenes neoliberales, el Foro Social Mundial consiguió reunir y articular una multiplicidad de entidades, movimientos y organizaciones no gubernamentales, jóvenes, activistas sin tierra y sin techo, grupos de campesinos e indígenas, feministas, ambientalistas, redes y asociaciones de combate a la discriminación y el racismo, educadores y educadoras populares, el magisterio en sus más diversas expresiones, uniones de estudiantes, sindicatos y una amplia variedad de partidos políticos progresistas, desde la socialdemocracia a la izquierda más radical. El Foro reunía a todos en un mismo espacio, nutriéndose de esa diversidad, de su dinámica autogestionaria y de una extraordinaria capacidad de movilización. Aunque al comienzo fue percibido y criticado como una expresión exclusivamente latinoamericana y circunscripta a Porto Alegre, pronto amplió sus fronteras, realizando ediciones en Mumbai (India), 2004; Bamako (Mali), Karachi (Pakistán) y Caracas (Venezuela), durante el año 2006 en una innovadora organización policéntrica; Nairobi (Kenya), 2007; Belem do Pará, en la Amazonía brasileña, en 2009; y Dakar (Senegal), en 2011.
El Foro Social Temático tuvo como eje la crisis capitalista, la justicia social y ambiental, con vistas a contribuir a la Cumbre de los Pueblos que se llevará a cabo en Río de Janeiro, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable Rio+20, en junio del 2012. El Foro Mundial de Educación abordó esta problemática con especial referencia a las políticas educativas y a las prácticas escolares.
A propósito del futuro de estos Foros y, en particular, sobre el tema que nos reunió en Porto Alegre, conversé con Moacir Gadotti, fundador del Instituto Paulo Freire, con sede en San Pablo, y autor de más de treinta libros sobre las más diversas cuestiones educativas. He compartido con Moacir la coordinación del Consejo Internacional del Foro Mundial de Educación durante varios años, desde su creación. Es uno de los más destacados intelectuales del campo de la educación popular en América Latina, donde es ampliamente conocido por su contribución teórica y por haber sido el más próximo colaborador de Paulo Freire. Moacir Gadotti es de esos intelectuales a los que la realidad interpela, combinando la reflexión analítica con el compromiso y la militancia en la defensa del derecho a la educación.
FME MoacirMoacir Gadotti (Foto: IPF)

Termina una nueva iniciativa del Foro Social Mundial y una nueva edición del Foro Mundial de Educación. ¿Qué balance realizas de estas dos experiencias?
Pasaron más de diez años desde el primer Foro Social Mundial (FSM) y tenemos que hacer un balance, no sólo por el tiempo transcurrido, sino por los cambios acontecidos desde su creación en América Latina y en el mundo. El 25 de enero del 2001, el FSM inauguró un nuevo espacio para los movimientos populares y sociales, para las organizaciones no gubernamentales, un espacio autogestionario, sin dueños. Esto se expresó en todas las iniciativas creadas a partir del Foro de Porto Alegre, como el Foro Mundial de Educación (FME), el Foro de Jueces y el de Parlamentarios, el Foro Mundial de las Ciudades, el de las Aguas y tantos otros que surgieron desde entonces. Espacios de creación de ideas, de ebullición de propuestas y de aglutinación de esfuerzos, de articulaciones estratégicas para crear energía, fuerza y acción en la lucha contra el neoliberalismo. La resistencia a las políticas neoliberales fue el gran aglutinador del primero Foro y de todos los que lo sucedieron. Es interesante observar que este Foro Temático tiene un perfil mucho más anticapitalista, porque es el capitalismo el que está generando esta enorme crisis, como lo reconocen los propios intelectuales del gran capital, los mandatarios de las naciones más desarrolladas del mundo, los dirigentes de sus bancos y de sus agencias financieras internacionales.
Los Foros mostraron que el neoliberalismo estaba equivocado y eso, hoy, casi nadie lo duda. Creo que una de nuestras virtudes ha sido contribuir a derrotar el neoliberalismo como ideología, aunque persista como práctica. Como práctica social y como marco para la acción de gobierno, de hecho, el neoliberalismo continúa vivo en buena parte del mundo. Aún así, más de diez años después no podemos dejar de reconocer que el Foro Social Mundial fue un actor fundamental en esta batalla.
Sin embargo, tenemos que hacer un balance crítico pasada una década.
¿Crítico en qué sentido?
Aunque se trata de un espacio autogestionado, no cabe duda que nuestra forma de organización en estos Foros favorece mucho más a las organizaciones mejor estructuradas, con más recursos y más poderosas. En los primeros encuentros se veía un fervor militante y participativo de muchas organizaciones y movimientos pequeños, inclusive de militantes que, de forma individual y por sus propios medios, participaban de las diversas iniciativas sociales promovidas dentro y fuera de Brasil. Hoy, el Foro Social Mundial se capilarizó, salió de Porto Alegre. Sólo este año serán más de 30 actividades previstas en diversas partes del mundo. Estaremos en muchísimos sitios, pero ya no tenemos esa espectacularidad que caracterizaba a un evento que llegó a reunir más de 250 mil personas. Mantener esta presencia es, obviamente, muy difícil y, aunque ganamos en capilaridad, no creo que nuestro carácter autogestionario permita que movimientos y organizaciones más pobres o con menos recursos puedan participar activamente como lo hacían en el pasado. En un momento se pensó crear un Fondo de Solidaridad para apoyar la participación de aquellos militantes que no pertenecen a organizaciones con muchos recursos, pero nunca llegamos a concretarlo.
Después de diez años debemos reconocer que estamos hablando y participando casi siempre los mismos.
Coincido contigo en que quizás no hayamos logrado mucha renovación y eso es un problema para espacios que nacen para nutrirse de lo nuevo. Por otro lado, es curioso que, aunque nosotros nacimos como el anti-Davos y en poco tiempo Davos se transformó en el anti-Porto Alegre, hoy la crítica al neoliberalismo se ha dispersado y al capitalismo lo critican hasta los propios capitalistas. El lema de Davos ha sido en estos días: buscar nuevos modelos y nuevos paradigmas, ante el fracaso del capitalismo tal como lo conocemos. Parece que a Davos también le ha seducido la idea de que “otro mundo es posible”. Se trata de una ironía, claro. Las diferencias ideológicas entre Davos y Porto Alegre son tan grandes como sus temperaturas en esta época del año. Sin embargo, antes éramos antineoliberales y parecíamos dinosaurios, mientras que ahora somos "anticapitalistas" y defendemos el planeta de los desastres que producen los que se encuentran a debatir en las montañas nevadas de Davos, preocupados por inventar nuevos paradigmas. Parece un poco confuso, ¿no?
Nosotros pusimos en evidencia una cuestión central que, aunque parezca mentira, diez años atrás se la consideraba un delirio de activistas e intelectuales de izquierda: el capitalismo no consigue responder a las necesidades de todos, no responde a las demandas de justicia y bienestar de gran parte de la población. Hoy, los capitalistas concientes lo saben. Y saben también que el capitalismo no va a atender nunca esas necesidades y demandas cada vez más crecientes y agudas. Por eso, las crisis se suceden y se sucederán como una dimensión endógena del propio capitalismo. Este modelo de consumo está hecho para pocos, es, por su propia naturaleza, excluyente, discriminador. Las respuestas a esta situación han sido hasta ahora insuficientes y no han hecho otra cosa que agravar la propia crisis. Si de los grandes bancos depende la solución de la crisis, estamos en problemas. Será como pedirle al zorro que cuide a las ovejas.
FME mujeres marchandoMarcha del Foro Social 2012, presencia del movimiento feminista (Foto: Catálogo del FST 2012)
¿Y el Foro Mundial de Educación?
El Foro Mundial de Educación siguió un camino semejante al del Foro Social Mundial que le dio origen. Crecimos, ganamos visibilidad y elaboramos una Plataforma Mundial de Lucha por el Derecho a la Educación que continúa siendo hoy un documento de referencia para mucha gente que lucha por una educación emancipatoria. Esta fue una de nuestras grandes contribuciones: realizar un aporte a la lucha por el derecho humano a tener una educación que sea radicalmente democrática, libertaria, emancipadora.
Creo que hasta el Foro Social Mundial de Nairobi, Kenya, en el 2007, avanzamos, crecimos y multiplicamos nuestras acciones. Después, ganamos capilaridad, es verdad, pero quizás perdimos impacto.
¿No crees que hay una cierta paradoja en el hecho de que un Foro de dimensiones multitudinarias, con más de 200 mil personas, constituye un “espectáculo” que difícilmente puede ser ignorado por los gobiernos y la prensa mundial, mientras que un Foro más capilar, siendo más descentralizado y participativo, quizás carezca de impacto o visibilidad? Los Foros buscan, sin lugar a dudas, provocar, llamar la atención no sólo sobre un conjunto de demandas y exigencias, sino también, y fundamentalmente, de alternativas generadas desde la sociedad civil y desde los gobiernos progresistas del mundo. Si son muy grandes, se transforman en una especie de Rock´n Rio de la lucha antineoliberal. Si son muy dispersos, aunque sean productivos y creativos, casi nadie se entera que ocurren, más allá de los países que le dan sede.
Es que los Foros tienen que cambiar. Tenemos que pensar con osadía. Las instituciones tienen que cambiar para sobrevivir y para renovarse. Es verdad que con esta dinámica perdimos unidad y ganamos diversidad. Pero hay un formato en los Foros que quizás no esté a la altura de las modalidades de comunicación y organización de muchos de los nuevos movimientos de resistencia y de protesta. Tenemos, por eso, que incorporar mucho más la virtualidad, usar mucho más las nuevas tecnologías de comunicación, las redes sociales. Ni el Foro Social Mundial ni el Foro Mundial de Educación tienen un sitio web que funcione de forma dinámica como un medio de comunicación e información efectivo.
El Foro debe apoyarse en una virtualidad que permita superar las dificultades de desplazamiento que impiden una mayor participación. Es muy caro hacer un Foro y es muy caro viajar para participar de un evento que ocurre a miles de kilómetros de distancia de donde viven sus potenciales participantes. Veamos sino la importancia que tienen estas formas de comunicación y participación en los estudiantes chilenos, los movimientos de la Primavera Árabe, los indignados, los que ocupan Wall Street y muchas otras organizaciones populares en América Latina.
¿En qué reside la novedad de este Foro?
La grande novedad de este Foro es que propuso un tema que es aglutinador y que articula muchas experiencias de lucha y de movilización: la justicia ambiental. Cada vez más, los movimientos sociales dan centralidad a la lucha ambiental, no sólo las organizaciones ecologistas. Ha habido una evolución de los movimientos con relación a este tema en Latinoamérica y en todo el mundo. Por eso, cuando traemos este tema al campo educativo nos fortalecemos, ya que tiene un gran potencial de renovación del debate acerca de la educación que queremos.
Es verdad, el Foro realiza una correcta articulación entre justicia social y justicia ambiental. No puede haber justicia ambiental si no hay justicia social y viceversa. Esto nos interpela como educadores e interpela a la política educativa, ¿no crees?
Sí, la educación debe contribuir activamente para la construcción de nuestra conciencia crítica y, obviamente, esto supone la construcción de un sentido de justicia ambiental asociado a un concepto radical de justicia social.
La educación y en particular la escuela pueden contribuir para formar nuestra conciencia como consumidores responsables, pero creo que se trata de algo más profundo que eso. Durante mucho tiempo este tema no ha sido discutido seriamente en el campo educativo. Nuestro Foro aspira a llamar la atención sobre la necesidad de mostrar las relaciones entre justicia social, justicia ambiental y derecho a la educación.
Trayendo estos temas hacia el interior de la educación, vamos a acercar el debate educativo a los problemas sociales y ambientales que viven millones de personas, aquellos que habitan sobre basurales, que viven cerca de fábricas que depredan el medio ambiente y la salud de la población, que sobreviven sin agua o con acceso a agua contaminada, que tienen gravísimos problemas alimentarios.
Coincido contigo. Esta es una forma de politizar la educación, involucrando a la escuela en la comprensión de que toda agresión al medio ambiente es siempre una agresión social que tiene al planeta como destinatario, pero que impacta de forma mucho más brutal, por ejemplo, contra los más pobres, contra los niños y las niñas sin derechos, contra las poblaciones indígenas y la población negra, contra los campesinos abandonados a su suerte en áreas rurales bajo el dominio arbitrario y arrebatador del agronegócio.
Hacer de éste un tema central y estructurante del debate educativo y de la práctica escolar, contribuye a concientizarnos acerca de que por detrás de la cuestión ambiental está la discusión acerca del modelo de desarrollo que queremos para nuestras sociedades. Nos ayuda a introducir en la educación la cuestión social, a partir de los aportes de la justicia ambiental.
En nuestras escuelas, ha habido un proceso de “naturalización” de la cuestión ambiental. Muchas veces, la pedagogía reduce la educación ambiental al conocimiento de la ecología en un sentido casi caricaturesco, al estudio de la Naturaleza, de los ríos, de las montañas, sin que se discuta el ambiente en un sentido amplio.
El debate sobre la justicia ambiental también debe incluir el debate acerca del ambiente escolar, sobre las condiciones de trabajo en la escuela y sobre las propias condiciones de aprendizaje derivadas, en parte, de las condiciones de infraestructura existentes en las instituciones escolares. Esa, creo, es una de las contribuciones de nuestro Foro sobre justicia ambiental y educación.
Sí, es que en ciertas concepciones de la educación ambiental hay un desplazamiento del discurso hacia un énfasis excesivo en las conductas individuales y un llamado a las actitudes individualistas, como respuesta a la crisis ambiental. Esto despolitiza el debate y también despolitiza la educación ambiental. Bastaría con cambiar nuestras actitudes o nuestro estilo de vida para que, mediante la suma de los esfuerzos individuales, el mundo cambie. Claro que el esfuerzo individual es importante, pero el problema es más complejo.
Cuando hablamos de politizar la cuestión ambiental es hacer lo apuesto a lo que muchos currículos están haciendo. No es sólo mediante paseos ecológicos que se debe abordar el problema de la injusticia ambiental y de sus efectos en nuestras sociedades. Precisamos una discusión más profunda de la Naturaleza. Politizar la cuestión ambiental es politizar la educación, ayudándonos a comprender, como tu indicas, que los que están más afectados por este tipo de violencia son los más pobres. Cómo, muchas de las políticas destinadas a promover el progreso económico, impactan en el medio ambiente, perjudicando a los más vulnerables.
Poner en evidencia, inclusive, la existencia del racismo ambiental.
En efecto, la injusticia ambiental tiene color. Hay algo de engañoso en la afirmación que sostiene que la agresión al medio ambiente no tiene fronteras. Esto es así, pero algunos pagan más que otros. Y esos son los más pobres, justamente, los que menos se benefician por el supuesto progreso que se buscan promover algunas acciones que maltratan la Naturaleza.
La escuela tiene una tarea fundamental en todo esto. Paulo Freire decía: “yo soy educador para ser substantivamente político”. Él no conseguía entender un educador o una educadora que no tuviera un proyecto político de sociedad. En la comprensión de Paulo Freire, sólo se puede ser un educador crítico si se busca la utopía, si somos capaces de imaginar otro mundo posible. Precisamos educar a nuestros niñas y niños para vivir en un mundo mejor. Y el desarrollo de una conciencia ambiental que supere los márgenes del individualismo ecológico es fundamental para que la escuela no sea un engranaje de la alienación humana, sino un espacio de liberación y autonomía.

(Desde Porto Alegre)

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