19 de março de 2014

“Pulgarcita”: una nueva versión de las TICs como panacea, Juan Carlos Tedesco


            La literatura sobre las tecnologías de la comunicación y la información muestra que se amplían considerablemente los ámbitos en los cuales dichas tecnologías producen impactos significativos. Ya no se trata sólo de su papel en la organización del trabajo y la competitividad económica sino también en la dimensión cognitiva, cultural, psicológica y biológica de los seres humanos. La controversia acerca del sentido de dichos impactos, sin embargo, se mantiene plenamente vigente. Mientras para algunos estamos frente a peligros apocalípticos, para otros estamos ante la panacea que resuelve todos los problemas. Una de las últimas versiones de la “panacea” la acaba de ofrecer Michel Serres, con un ensayo cuyo título es toda una definición de esta postura: “Pulgarcita; El mundo cambió tanto que los jóvenes deben reinventar todo: una manera de vivir juntos, instituciones, una manera de ser y de conocer”.

            Esta nueva versión de la “panacea”, asociada a la idea de “re-invención”, contiene algunos elementos particularmente preocupantes para los educadores. Tres aspectos merecen, desde este punto de vista, ser discutidos.

            En primer lugar, la negación de la importancia cognitiva de la capacidad de abstracción. Según este planteo, las máquinas tienen tales niveles de capacidad y velocidad que pueden contar e identificar infinitos casos particulares. No tendríamos necesidad de conceptos ni de categorías. Podríamos detenernos todo lo que sea necesario frente a las singularidades. El buscador, nos dice Serres, puede reemplazar la capacidad de abstracción.

Como educadores, no podemos dejar de preocuparnos seriamente por afirmaciones de este tipo. Nadie niega la significativa capacidad de los dispositivos tecnológicos para procesar información, pero esa capacidad provoca mayores y más complejas exigencias cognitivas a las personas. Para poder comprender cabalmente el caso singular es necesario conocer dentro de qué categoría se encuentra. Los buscadores no son neutrales. Son diseñados por personas y aplican criterios que debemos conocer para poder desempeñarnos reflexivamente frente a ellos. En el marco de los procesos meta-cognitivos que hoy exige una sociedad intensiva en información, no sólo debemos desarrollar nuestra capacidad de abstracción sino la capacidad de juzgar los procesos de abstracción que realizan los dispositivos tecnológicos.

En segundo lugar, el discurso de Serres se ubica en el marco de los que sostienen que la fuente del dinamismo social se encuentra en la adaptación y la satisfacción de las demandas. Los supuestos sobre el cual se basa esta postura asumen que el saber ahora es accesible, sobre abunda y lo tiene todo el mundo. Ya nadie necesita a los maestros. Los nuevos dispositivos tecnológicos ofrecen todas las posibilidades y es el usuario el que decide que sitios visitar y por donde navegar. La realidad, sin embargo, indica que la capacidad de demanda está desigualmente distribuida y que si sólo se satisfacen demandas, dejamos al que pide en el lugar que le permite su capacidad de demanda. Las posibilidades abiertas por las tecnologías exigen un mayor esfuerzo en la oferta educativa, destinado a fortalecer la capacidad de demanda y no sólo a satisfacer las que llegan a expresarse.

En tercer lugar, y estrechamente vinculado con los puntos anteriores, es necesario llamar la atención sobre la subestimación de los conflictos sociales que existen detrás de la lógica de las innovaciones tecnológicas. El discurso tecnológico vuelve a presentar la idea según la cual el uso intensivo de estos dispositivos está asociado a valores de libertad, solidaridad, participación y equidad social. La realidad – nuevamente- indica que la dirección y el sentido del uso de las tecnologías no están definidos por la tecnología misma sino por los actores sociales y sus intereses. Al respecto, no hay más que observar los efectos de las tecnologías sobre el empleo, la distribución del ingreso, la manipulación genética, el control y la vigilancia sobre los ciudadanos, entre otros ejemplos. 

Es necesario reconocer que el discurso de la “panacea” tiene la virtud de postular un sentido para la acción social, aunque sea utópico. Sería importante que “Pulgarcita” aspire a la justicia social y que el llamado final del libro de Serres, donde “Pulgarcita” pide que se iluminen también las orillas del Rin, del Danubio y del Báltico, para los turcos, iberos, magrebinos o brasileños, vaya acompañado de la conciencia de que la adhesión a dicho proyecto tiene que ser conquistada. El uso de las tecnologías digitales no son garantía de adhesión a los valores éticos de la justicia, de la misma manera que la imprenta no garantizó que se publicaran sólo textos ética y socialmente justos.


Juan Carlos Tedesco

Universidad Nacional de San Martín (Argentina)

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